Masaje entre dos
Si tiene la posibilidad de practicar mutuamente el masaje de las zonas reflejas con un pariente, un amigo o un conocido, esto presenta la ventaja de hacer más fácil la relajación. Se establece un intercambio constante de energía entre usted y la otra persona, y usted puede dejarse ir completamente por el puro placer del contacto físico.
Automasaje
Las instrucciones de la parte práctica son igualmente validas para el Automasaje de las manos y de los pies, con el bien entendido de ligeras variantes en este último caso por lo que concierne a la posición de la mano y la que sostiene.
Si su flexibilidad no le permite practicar correctamente el Automasaje de los pies, es preferible que se concentre en el masaje de las manos. Procure encontrar un equilibrio entre compromiso activo y relajación, y no olvide masajear lentamente. La experiencia ha demostrado que los pulgares se fatigan más pronto con el Automasaje que con el masaje entre dos.
Es recomendable hacerse masajear, si es posible, al manos una vez al mes por un compañero, ya que si se masajea continuamente usted mismo, trabaja siempre en circuito cerrado y no puede evacuar las energías desviadas. Por el contrario, debido al intercambio energético constante que implica, el masaje entre dos permite la autorregulación de los flujos energéticos.
Tan frecuentemente como sea posible camine descalzo sobre suelos naturales. De este modo obtendrá una activación constante y bien dosificada de las zonas reflejas de la planta de los pies y una mejor irrigación de esto últimos.
El masaje de os niños
Los niños experimentan un placer particular en masajear, en ser masajeados y en masajearse a sí mismos. Aprende así de modo lúdico lo beneficioso que es ocuparse de sus pies con amor: Si los padres no reprimen el impulse natural que les lleva a jugar con sus pies, es muy probable que los niños lleguen a ser en la edad adulta adeptos al masaje de las zonas reflejas, para el mayor bien de su salud.
¡Tómese su tiempo!
Si los dos compañeros están de acuerdo, una música suave a volumen baja puede contribuir a mantener el proceso de relajación.
No masajee nunca cuando este acuciado por el tiempo. Ofrezca su tiempo a la persona que masajee. Es la mejor manera de crear las condiciones necesarias para la relajación, la armonía y el bienestar. En el caso del masaje de las zonas reflejas, no se trata tanto de alcanzar un objetivo preciso en un tiempo determinando como de liberar y estimular suavemente la circulación de la energía vital del masajeado. El masaje no puede actuar más que si los dos compañeros están relajados. Cualquier tensión en el masajista se transmite automáticamente al masajeado por intermedio de los pies.
Contacto directo con la piel
No utilice, ni crema, ni gel lubricante cuando masajee. Esto obstaculizaría el contacto directo entre las dos epidermis e impediría que los pulgares, siempre a punto para deslizarse, trabajaran correctamente. En cambio, una vez acabado al masaje nadie le impide aplicar una crema protectora o un bálsamo refrescante si el masajeado lo desea.
Compromiso de responsabilidad
Si considera el masaje de las zonas reflejas como complemente a un tratamiento médico, solo un medico o un terapeuta experimentado serán las personas adecuadas para indicarle el modo de utilización. Se recomienda encarecidamente a las personas enfermas no intentar cuidarse por sí mismas sin prescripción médica.
Limites del tratamiento
Tener un comportamiento responsable respecto a su salud y a la de los otros es también saber respetar y aceptar los límites de los diferentes tratamientos existentes.
Si su compañero le pregunta que quieren decir los dolores que siente cuando usted presiona una u otra zona, puede responderle sin equivocarse que eso indica la existencia de un problema. En cambio, es imposible pronunciarse sobre la naturaleza y la amplitud de este problema viendo meramente el pie o la mano.
Sea bien consciente del campo de aplicación del masaje de las zonas reflejas a diario, y no pierda nunca de vista que el tratamiento de las enfermedades incumbe al médico. Absténgase de todo diagnostico. Si al masajear descubre una zona dolorosa, eso no quiere decir necesariamente que el órgano asociado este enfermo. Sencillamente puede tratarse de un síntoma de fatiga unido a la tensión o al estrés, o incluso a secuelas de una antigua herida en ese punto del pie o de la mano. Si hay que excluir estas causas probables, y si en cada sesión constata la misma reacción dolorosa, es indispensable consultar a un médico para conocer la naturaleza del problema.
En calidad de masajista, no se fije nunca como objetivo curar a nadie de nada.
Zonas dolorosas - ¿qué hacer?
Tal como acabamos de decir, las zonas en que el masajeado reacciona con sensibilidad inhabitual puede indicar la presencia de problemas, cuya naturaleza y amplitud es difícil determinar con la mera visión del pie o de la mano. Puede tratarse sencillamente de transformaciones cutáneas de tipo calloso, tales como una dureza o un callo. A veces también se observa la aparición de micosis en ciertas zonas reflejas del pie que puedan provocar problemas agudos o crónicos.
Si actúa sobre regiones particularmente sensibles a la presión en el curso del masaje, puede recurrir a una maniobra sedante. El dolor experimentado por el masajeado es a menudo agudo, como si le hundiera su uña en la carne. En algunos raros casos el masaje sedante puede provocar un retorno del dolor bajo forma irradiante. Entonces es preciso interrumpir la maniobra y volver momentáneamente al masaje activo. Masajee la zona en cuestión de cuatro a cinco veces de esta manera y vuelva a ensayar la maniobra sedante. Normalmente el dolor debe esfumarse progresivamente hasta desaparecer.
masaje con final feliz
